No captamos lo que no creemos que exista

Estaba cenando en el piso 106 del Stratosphere en las Vegas y de repente mirando para afuera me parece ver un tipo en una fracción de segundo cayéndose justo ahí por delante mio del otro lado del vidrio.
Pero como nadie dijo nada, nadie gritó, me dije “debo haber visto mal, no puede ser que justo hoy se haya suicidado un tipo en este lugar”.
Seguí comiendo tranquilo, debo haber visto un reflejo en el vidrio, que se yo, me dije.
Pero diez minutos después veo otra figura humana cayéndose por delante de la ventana y esta vez hubo gente que gritó. Lo vieron! No soy solo yo!!
Y ahi miro con más atención y veo un cable o linga que cuelga por afuera y ahí se me hizo la luz. Debe haber una estación de sky jumping arriba del restaurant. Efectivamente había. Y había personas “cayendo” ahí a dos metros de la ventana solo que no se estaban suicidando sino saltando atados desde más arriba del piso 106.
El punto es que a pesar de que mis ojos vieron una persona cayéndose como no creí que fuera posible que justo me tocara a mi presenciar un suicidio y que además nadie hubiera visto lo que yo vi, descarté de mí mente lo que mis ojos habían visto.
Eso hacemos siempre.
Nuestros ojos ven pero nuestro cerebro no capta aquello que no cree que existe.

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