Hay dos tipos de cambios en una persona, una forma sana de cambiar y una forma patológica de cambiar

La forma sana de cambiar es la maduración.
Todo organismo (pensá en un bebé, o en un árbol recién plantado) nace, se empieza a desarrollar, crece hasta su máxima expresión de madurez y luego empieza a involucionar envejece y muere.
Y no solo me refiero a la parte física que es obvia que cambia, no es lo mismo un bebé, que un niño, que un adolescente, que un joven adulto, que un adulto de 30 años, que otro de 50, y luego en la etapa de involución que un adulto de 70, o uno de 90.
Me refiero también a la parte psicológica, a medida que vamos creciendo y madurando, ya no somos la misma persona que antes y de repente hace cinco años aceptábamos vivir determinado tipo de relación disfuncional pero ahora, con mas crecimiento y autoestima, decidimos que no, que merecemos otra cosa para nuestra vida.
Ese es el cambio saludable, recomendable, e imprescindible porque la alternativa es vivir estancado en nuestras formas aniñadas de ser.
Luego viene el cambio patológico del borderline (trastorno limite de la personalidad)
El borderline no tiene un “yo” formado, una identidad definida.
Dice la literatura y lo he observado yo mismo dada mi oportunidad de conocer tanta gente en mi rol de consultante, que la persona borderline es como un camaleón, se mimetiza con la pareja (o el terapeuta o el mejor amigo) que tiene en ese momento y adopta la personalidad y los valores de esa pareja (o terapeuta o amigo), por un tiempo, y luego cambia nuevamente y otra vez y las diferentes etapas de su vida no tienen un hilo conductor, como pasa en la maduración, en que un manzano bebé no se transforma en una higuera joven adulta y luego en un peral adulto etc etc sino que ves que es la misma entidad en etapas diferentes de maduración (y por lo tanto de cambio)
El cambio por el cambio mismo no es un valor, es una patología.
El cambio dentro de una misma identidad y cuando es para bien (mas consciencia, mas autoresponsabilidad, mas sabiduría, mas alineación con la propia esencia) siempre es aconsejable.
Es mas, si la persona con trastorno borderline no sabe que lo es (y la enorme mayoria no lo sabe) y no le “avisa” a sus potenciales parejas que lo es (para que pueda elegir con conocimiento de causa si meterse o no en esa relacion), termina traicionando repetidamente a sus parejas, porque estas se comprometen afectivamente con un peral para encontrarse al año siguiente, o a los cinco años, que el peral ahora es una higuera, siendo que jamas se hubiera puesto en pareja comprometida con una higuera (por algo eligió un peral) o tenidos hijos con una higuera y para peor, la higuera no tiene el mas minimo sentido de culpa por haber cambiado tanto su forma de ser y sus valores (que ademas en otros cinco años pueden volver a cambiar rotundamente) y exige como si fuera algo bueno y natural que su pareja acepte el cambio porque “siempre es bueno cambiar”.

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