Está bien resumido en una frase célebre del cómico Groucho Marx que luego fue recogida por Woody Allen y que dice “nunca sería socio de un Country Club que me aceptara como socio”.
Quien no tiene un “yo” bien formado en su niñez (por falta de una madre suficientemente contenedora) no tiene valores ni identidad definida y entre esa falta de valores está la falta de saber cuánto vale ella misma (la persona en cuestión) y cuánto valen los demas.
Como hace entonces?
A falta de medidor del valor de las cosas se fija en la oferta y la demanda: si alguien me valora es porque vale menos que yo entonces no es adecuado para mí (si el Country Club me acepta como socio es porque es un Country de calidad insuficiente para mí) y si alguien no me valora suficientemente esa si debe ser una persona valiosa (si el Country no me acepta debe ser bueno).
Resultado?
Las personas que no saben valorar están condenadas a compañías mediocres o, más tarde o más temprano, a la soledad afectiva por no saber cuidar los vínculos afectivos cercanos que las valoraron y trataron bien (hasta que se cansaron de los desaires de esta persona que solo valora al Country Club que no la acepta)
Posdata: si estás en pareja o en un vínculo de amistad con este tipo de persona, la única forma en que te trate bien y te valore es vos demostrando cierto nivel de indiferencia hacia la persona. Y obviamente no es recomendable una forma enferma así de relacionarte.