El dolor de nuestros traumas infantiles es lo que tiende a convertirse en el combustible que eleva la nave de nuestro crecimiento personal.
Pero la transformación de dolor infantil a crecimiento personal requiere de determinado tipo de “refinería”, para hacerlo combustible útil.
Y el proceso de la refinería consiste en:
a) dejar de tratar de entenderle la cabeza a mama o a papa de como fueron capaces de …. (porque de lo contrario uno trata inconscientemente de manipular nuestra propia vida para terminar justamente en la posición que estaban ellos para ver si estando en sus zapatos los entendemos, y el precio de eso es demasiaaaado caro, verdad?)
2) dejar de tratar de “demostrarles que ……” (como la niña que para demostrarle a su madre que no era excusa no divorciarse por tener hijos chicos, como decia, va de adulta, se casa con un mal candidato, tiene dos hijos, y luego se divorcia, todo inconscientemente planificado de antes ..¿ves mama como se puede hacerlo?)
3) dejar de tratar de justificar lo que hicieron porque “todos los hombres lo hacen” o “todas las mujeres lo hacen” o “todos lo hacen” (para lo cual nos reclutamos a nosotros mismos para copiar “eso” o reclutamos parejas que nos hagan o se dejen hacer “eso” etc etc etc).
4) renunciar, por esta vida, a tener el padre o madre que hubiéramos necesitado y era nuestro derecho recibir (la vida no es justa, la vida es la que es, el tema es que hacemos nosotros con la niñez que nos tocó y como usamos los dolores de las carencias que tuvimos)
Hay veces que hasta debemos renunciar a tener padre o madre, punto y aparte, porque nos damos cuenta que hemos sido huérfanos de madre con madre viva, o huérfanos de padre con padre vivo, porque la función de madre o padre (que no es parir ni inseminar sino todo lo que se hace después que el niño nace) hay gente que lo hace tan mal que hubiera sido mas fácil ser huérfano y poder elaborarlo que creer que ESO era una madre o ESO era un padre o ESO era amor.