Quienes han sido pareja o padres o hijos de una persona borderline, se quejan, con razón, de lo mucho que los han hecho sufrir, y de la poca o ninguna conciencia que tienen de su responsabilidad en haberte hecho sufrir, la culpa siempre es tuya.
Pero el borderline sufre también, mucho, porque va destruyendo todas las bases de su felicidad, mala decisión tras mala decisión.
¿Por que?
Porque la persona “normal” tiene “control de sus impulsos”, sabe calcular las consecuencias futuras de cada acción posible actual y si se da cuenta que los costos futuros de algo son muy altos, y que la ganancia actual de la acción contemplada como para llevar a cabo no vale la pena si hay que pagar esos costos futuros, sabe controlarse, sabe inhibir sus acciones y dichos para no generar algo que luego no tiene vuelta atrás y genera esos costos futuros.
El borderline no sabe hacer eso, ni sabe calcular bien el futuro mas probable a partir de cada acción presente (se inventa su futuro y se cree su invento) sino que aun si lo supiera calcular y ver, no sabe frenarse el impulso, va y actúa según su impulso.
Y claro.
Así pierde relaciones de pareja, de amistad, de familia, de trabajo.
O toma decisiones apresuradas (de casarse cuando no debiera, de divorciarse cuando no debiera, de cambiar de trabajo o profesión cuando no debiera, de emigrar cuando no debiera).
En casos extremos, la falta de capacidad de cálculo de las consecuencias futuras de la acción presente lo llevan a la muerte, sea por manejar en el tráfico de forma imprudente, o por sobredosis de drogas, o por un arranque depresivo en que se suicida.