Es muy reconfortante comprobar como por varios países que ni siquiera he visitado, hay muchas personas que se sienten agradecidas por que aunque sea UNA cosa han aprendido e incorporado a sus vidas a través de leer mis posteos (o mis libros).
Uno siente el calorcito en el corazón del cariño y del agradecimiento de esas personas en los mensajes que me envian por privado (y a veces en comentarios que ponen en mis posteos).
Pero también hay un grupete de gente muuuy enojada conmigo, chico en numero, pero virulento, que cuando lee conceptos de enfrentarse a sus padres o tantas otras cosas “difíciles y dolorosas de hacer” que se desprenden en mis posteos como los “costos” que a veces tiene el crecimiento personal, se enojan con el mensajero (porque les genera mucho dolor la frustración de por un lado saber que tienen un problema, por otro lado no poder salir del problema, y por otro lado todavía sentirse peor porque a través del posteo ven que el mensaje de por donde viene la salida es algo que no pueden tolerar el enfrentar, y siempre el fusible del enojo es, en lugar de enojarse con uno mismo, enojarse con el mensajero que vino a revolvernos el avispero).
Mi primera reacción frente a este gente es una mezcla de “lástima” (por verlos atrapados sin salida), “vergüenza ajena” (porque son evidentes al mostrar la hilacha del rencor y de la causa de ese rencor) y de “enojo” (porque no soy un Buda, y los que no somos Budas nos activamos cuando nos atacan) pero eso dura segundos, porque rápidamente me recuerdo a mi mismo que esa situación es parte del costo del camino que he elegido recorrer, que nada es gratis, y ahi ZAS desaparecen esos sentimientos y en seguida me vienen las ganas reforzadas de seguir en mi camino de compartir con los demás lo que he aprendido en mi propio crecimiento personal.
El “lado b” de mis posteos
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