Traumas complementarios

Una consultante me hablaba de sus problemas matrimoniales que la llevaron al divorcio.
Me decía que su ex era un haragán para el trabajo, que ella mantenía el hogar un 80% y él solo un 20% y siempre buscaba excusas para no trabajar, o que “no nació para las ocho horas” o “que tenia que llevar a los nenes a la escuela y después el liceo (y traerlos) porque la camioneta escolar no era suficientemente segura” o argumentos de este tonto calibre. Incluso, me decía, una vez en el 2003 en plena crisis económica, cuando ella trabajaba jornada de 14 horas por día y el solo trabajaba 6, el renunció a ese trabajo (para no tener ningún otro por meses y meses después) porque “no lo dejaban salir a merendar”.
“¿Y cuantos años estuviste casada con un haragán y explotador tuyo así?” le pregunté.
“Como 17 años” – me respondió.
Nadie en su sano juicio aguanta a un “fiolo” vividor de una mujer por tantos años a menos que ella misma tenga un trauma complementario.
Así que le empecé a hacer preguntas y descubrí cual era.
La madre de mi consultante jamás había tenido tiempo para ella de niña porque se “pasaba trabajando”, días y noches también en ocasiones.
Y “copiando el modelo maternal” de como vivir la vida, mi consultante “vivia para trabajar” salvo 3 semanas por año que estaba en vacaciones y era el unico momento del año en que tenia permiso “para ser feliz” como decia ella.
Cuando le pregunté ¿”por que trabajas tanto”? me contestó “porque no se me ocurren alternativas de como pagar mis cuentas sin trabajar tanto”.
Ahí le pregunte: ¿tu ex marido sigue siendo un haragán siempre con excusas para no trabajar como era antes?
Me respondió “ahora no, ahora post divorcio como no tiene nadie que lo mantenga ahora empezo a trabajar por primera vez en serio”.
Durante años el marido siempre tenia excusas de que “no conseguia el trabajo adecuado” (cuando lo conseguia lo estropeaba, como en el caso en que renuncio por no tener hora para la merienda)
Ahora que no tuvo mas remedio, magicamente “el trabajo le apareció”.
“A vos te pasa lo mismo que a tu ex, solo que al revés”, le dije a mi consultante. “Vos no tenes permiso interno para trabajar para vivir, tenes el programa interno de vivir para trabajar, como hizo tu madre y POR ESO no te aparecen alternativas externas para que puedas cambiar de vida”.
El mundo exterior y las oportunidades que se nos aparecen en general son un reflejo del mundo interior, porque como no hay peor ciego que el que no quiere ver, uno no capta las oportunidades que le aparecen que le podrían cambiar la pisada y uno se autosabotea cualquier cambio positivo que vaya en contra del “patrón interno de vida” que inconscientemente o conscientemente “busca vivir”.
“Si vos no hubieras tenido el trauma complementario de tu ex marido, no hubieras aguantado ser explotada 17 años de tu vida. Solo que te libraste del marido explotador pero no de tu trauma interno; una vez que te caiga la ficha de que tenes permiso para disfrutar la vida durante TODO EL AÑO, no solo las tres semanas de vacaciones, verás como mágicamente te aparecerán alternativas para no tener que trabajar jornadas de 14 horas por día sino de 9 o 10 como sería lo lógico para vos como profesional universitaria con varios años de ejercicio de tu profesión, y sin por ello disminuir tu standard actual de vida”.

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