Principio de coherencia y pasión por enseñar crecimiento personal

Detrás de cada vocación, a veces hay una herida compensada con la vocación.
A mi me encanta enseñar, desde muy chico.
Mi hermana Patty (psicóloga ella, vive en San Francisco hace 35 años) me dijo unos años atrás que cuando eramos chicos, yo unos 13 años, ella unos 9 años, yo ya me pasaba enseñándole cosas con tal pasión que le transmití la pasión por aprender, el gozo de aprender cosas nuevas, cosa que después la acompañó toda la vida. Y me agradeció ahí haberle contagiado esa pasión por aprender.
Uno podría pensar “es que nací con esa vocación de aprender y de enseñar y de enseñar a aprender”.
Muchas cosas que uno cree que nació con ellas en realidad son producto de nuestra niñez y como la hemos procesado (niños diferentes procesan de forma diferente un mismo tipo de situacion o experiencias vividas)
En otros posteos digo que aquellos hombres que creen que “nacieron gays”, muy probablemente han recibido desde el día de su nacimiento, en transmisión con palabras dichas o con transmisión “sentida aunque no dicha” (llamala transmisión telepática o el nombre que mas te guste) de parte de su madre algún tipo de resentimiento o desconfianza hacia “los hombres” o hacia lo masculino y ahí el niño para “caerle mejor a su madre” elige “no ser masculino” y de ahí a ser gay hay un paso.
Apliquemos el mismo tipo de razonamiento a mi pasión, tratando de ver como podría no ser “innata” sino “aprendida” como resultado de mis experiencias de vida.
La pregunta a hacerse para tratar de entender un tema así es “cual es el trauma psicológico mas importante de esta persona en su niñez”? Y ver si a partir de ahi se encuentra la punta de la madeja.
La respuesta a esa pregunta es “las secuelas del Holocausto judío en Europa en la segunda guerra mundial”.
La mitad de mi familia fue asesinada, 75 años atrás, en Europa, por ser judíos, incluyendo la madre de mi padre y el hermano de mi madre.
En Uruguay en la dictadura militar se asesinaron a unas 200 o 300 personas y 45 años después todavía eso es un trauma nacional. Imaginate el trauma si en lugar de 300 personas son seis millones de asesinados.
Los sobrevivientes quedaron en su gran mayoría, muy afectados psicologicamente y para cuando yo nací, habían pasado solo unos pocos años del desastre asesino nazi. No solo eso, cuando te matan a un familiar (por ejemplo en un robo en la calle) pero vos podes enterrar el cuerpo, es una cosa, el ritual del entierro es muy importante para “cerrar el circulo” y aceptar la pérdida. Pero los asesinados en las dictaduras desaparecen, no dejan rastro, no hay un lugar y un tiempo para poder hacer el duelo.
Esas heridas duelen diez veces mas y duran diez veces mas en sanar.
Yo por ejemplo jamas sentí el acento extranjero del hablar en español de mis padres (son húngaros). Para mi hablan perfectamente “normal” el español sin acento porque yo los oigo hablar así desde el día que nací. Los demás obviamente sienten el acento y fue así que me entere que mis padres hablan con acento, denotando ser extranjeros y que el español no es su idioma natal. Todavía hoy no puedo oír el acento, se que está porque le creo a los que me dicen que existe, pero no lo oigo.
Lo mismo pasa con todo lo que ocurre en nuestro hogar de origen, nos parece “lo lógico y natural”.
Otra de las cosas que nunca me di cuenta, hasta eso de mis 11 años, de mi hogar de origen, es lo que me hizo notar una amiga que vivía en mi mismo edificio, que nos reuníamos a menudo, y una vez me dijo “vos te das cuenta lo que pasa en tu casa”?
“No”, le dije, “¿que pasa?”
“Es como si siempre hubiera un ambiente de algún tipo de tristeza” – me respondió..
¿El que? (no tenia idea de que hablaba)
Ahí fue la primera vez que tomé nota de lo que hoy me parece obvio, 11 años después que había nacido, mis padres todavía no habían podido superar que le mataran a la madre y al hermano (entre otros familiares).
Así que ahora empecemos a unir los cabos, como detectives psíquicos.
Mi padre estaba taaaan traumado por lo sufrido en la segunda guerra mundial (estuvo en un campo de trabajos forzados a la edad de 17 años, pudiendo por casualidad salvar la vida, pero perdiendo a su madre y recibiendo a su padre que salio del campo de concentración pesando 35 kilos, como un cadáver viviente), que no importaba de que le hablaras, de política, de fútbol, del clima, de economía, el se arreglaba para que cinco minutos después el tema se desviara hacia “recuerdos del Holocausto”.
Así que imaginate cuantas veces debo haber oído relatos horripilantes de muertes y persecuciones, de niño.
Así que puedo deducir que ya desde muy chico el tema “como judío estoy en peligro, pueden surgir en cualquier momento un grupo de personas que quieran matar mi pueblo y con eso a mi” se debe haber grabado a fuego en mi mente (y no estaba errado, en esta generación el rol de los nazis lo tiene Irán, que dice abiertamente, como antes lo decía abiertamente Hitler, que quiere destruir a Israel y los seis millones de judíos que ahí viven, o sea, otro Holocausto).
¿Como puedo protegerme del daño potencial al que me veo expuesto?
Esa es la pregunta que automáticamente hace el cerebro cuando se enfrenta a un peligro.
Pues bien; filósofos varios han dicho que el mal proviene de la ignorancia. Tanto mas ignorante es alguien, mas peligroso es (con todas las excepciones de la norma que solo confirman la norma). Tanto mas crecida psicológica, emocional e intelectualmente es una persona, mas buena es (también aquí, con todas las excepciones que confirman la regla).
O sea, me imagino que mi cerebro dedujo, a nivel inconsciente, desde mi mas tierna infancia, que si yo puedo contribuir a hacer crecer a la gente, disminuyo mi riesgo personal, tanto mas crecimiento personal en el mundo, tanto menos riesgo corro.
No digo que este haya sido un pensamiento consciente, no me recuerdo jamas haber pensado eso, así como lo acabo de escribir, pero me parece “lógico” que mi cerebro lo haya pensado a nivel inconsciente, de la misma manera y aplicando la misma lógica que digo que un niño cuya madre tiene conflicto con lo masculino puede “elegir inconscientemente no ser masculino para caerle mejor a su madre”.
Yo creo que detrás de nuestros actos altruistas, cuando nos ponemos a investigar como detectives de la psique, siempre encontramos, aplicando el principio de coherencia, que el instinto de supervivencia y la búsqueda del placer y la evitación del dolor “explican” la motivacion detras de la motivacion en los actos altruistas (por mi experiencia nada hay mas placentero que el placer de ayudar a alguien desinteresadamente, el placer que se siente es increíblemente exquisito)
¿Le quita eso merito al acto altruista?
¿Que te de placer ayudar?
¿O que haya una explicacion basada en el instinto de supervivencia y el principio de coherencia detras de una vocación?
No. Lo que importan son los hechos.
¿Estas mejorando el mundo o empeorándolo?
¿Lo dejaste hoy con tu actuar del día mejor de lo que estaba cuando te despertaste o peor?
El día que te mueras y se pudiera hacer un balance de tu vida, ¿tu paso por este mundo lo mejoró o lo empeoró?
Lo que cuenta en la vida son los hechos, los resultados, la contribución neta al prójimo, el amor como verbo, como accion, no solo como sentimiento.

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