Hoy en el desayuno conversábamos con Leticia sobre lo que el matrimonio implica, como ventajas y como peligros.
Llegamos entre otras a la siguiente conclusion que comparto aquí.
El empleado público se esfuerza menos que el privado, porque se siente tan “seguro” de su empleo que no se preocupa tanto de hacer mérito en su trabajo.
El socio dueño de la empresa por otra parte se esfuerza aún más que el empleado privado en que lo que sea que haga o decida, salga lo mejor posible.
Para mucha gente casarse le da tanto más “seguridad en el vínculo”, comparado a “ser pareja” o “novios”, que al casarse pasan de ser empleados privados a ser empleados públicos, siguiendo la metáfora.
Uno tiende a esforzarse menos en “regar la plantita todos los días”.
Te pongo un ejemplo: las mujeres se ponen más lindas, muchas veces, cuando se divorcian (estar bien físicamente “da trabajo”, y cuando te divorcias pasas del “empleo público que se siente como seguro” al “empleo privado donde hay que hacer méritos para conservarlo y mejorar en él”, otra vez siguiendo la metáfora de arriba).
Una de las grandes ventajas de casarse es darse mutuamente seguridad (ambos prometen estar “en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad”); uno se siente más tranquilo cuando lo que valora está más seguro.
El matrimonio exitoso en felicidad para ambos sin embargo requiere (entre otras cosas) la actitud de ambos, al casarse, en pasar de ser “empleados privados” a “socios de la empresa”, combatiendo la tendencia natural a dejarse estar y convertirse en “empleados públicos” por sentir que está segura la relación.