Los mensajes implícitos

No solo nos comunicamos con palabras, con gestos y telepaticamente, sino también mediante mensajes implícitos en nuestra conducta.
Por ejemplo…
Toma una mujer que se divorcia joven, digamos a los 40-45 años y luego nunca mas forma pareja con nadie, y al momento del divorcio tiene una hija.
¿Que va a pensar la hija a medida qué pasa el tiempo, con respecto a esa conducta de nunca más formar pareja en serio con nadie?
Va a recibir el mensaje “los hombres no valen la pena” o “son malos” así que mejor sola que mal acompañada. Porque en caso contrario, es la conclusión natural, si los hombres valiesen la pena, mi madre no hubiera tirado la toalla por un fracaso sino que hubiera buscado nueva pareja.
¿Cual es el resultado de instalar esa creencia de “los hombres no valen la pena o son malos” en el software de la hija?
Que luego, para confirmar la creencia y no pensar “que idiota que es mi madre”, esa hija de grande se va a elegir justamente a un hombre que no vale la pena o es mala persona.
Y que luego del inevitable divorcio, también se va a alejar de la felicidad en pareja quedándose sola habiendo confirmado con su propia experiencia de vida que “los hombres no valen la pena o son malos”.
Y eso es la peor clase de educación que una madre puede darle a una hija, porque la definición de buena educación es aquella que prepara a los hijos para que de grandes puedan ser felices y hacer felices a los demás, ambas cosas. Y la feliz vida de pareja es una parte muy importante de la felicidad humana.
Posdata: y la reacción del HIJO varón frente al mensaje implícito del ejemplo de arriba de una mujer así, para no pensar “mi madre es una idiota” (y por lo tanto tiene razón en creer en lo que cree y en haber vivido su vida en concordancia con esa creencia y haberse privado de tener otra pareja) es convertirse, de adulto, en el hombre “que no vale la pena y/o es malo” tal como su madre creía que los hombres son.
Posdata: cada vez que describo una regla psicológica, me refiero a mayorías, porque siempre existen excepciones que CONFIRMAN LA REGLA (en este caso hijos que de jovencitos se dan cuenta que la madre estaba equivocada en renunciar a su vida afectiva luego del divorcio)

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