Hace un par de días vi un programa en el canal de cable Glitz donde va gente a exponer sus problemas de familia y un jurado y un publico dictaminan “quien tiene razón”.
Se trataba de un caso de un hombre viudo con una hija de 20 años que desde que enviudó, cuando la hija tenia 14, la hija se hizo cargo del hogar en el aspecto femenino (cocinar, etc).
En el programa aparecieron el hombre y su hija, primero y al final la nueva pareja del padre.
El padre explicó que después de años de viudez había encontrado una mujer a quien amaba y era amado y deseaba convivir y casarse, PERO (y he ahí el problema que se traía al programa) la hija no quería que trajera a esa mujer al hogar “porque no le caía bien”.
En la argumentación, la hija planteó el concepto de que como padre, el tenia que anteponer la hija a la pareja y si a la hija le caía mal su pareja, debía desistir de tener esa pareja o limitarse a verla de a ratos fuera de la casa, pero no traerla a vivir con el.
Y efectivamente, cuando la mujer se presentó, quedó claro de que era una mujer “normal”, sin ningún defecto descalificatorio en ella que pudiera ser válido para descartarla como la nueva pareja con convivencia del padre.
La hija simplemente estaba celosa de ser desplazada de su rol en la casa y se fijaba en su propia conveniencia, con total egoísmo por la felicidad de su padre.
Luego de escuchar a las tres personas vino la votación y ahí la enorme mayoría votó a favor del padre y su derecho a traer a su nueva mujer a vivir en el hogar dado que era obvio que las objeciones de la hija eran meras racionalizaciones sin fundamento y un mero egoísmo de parte de la hija de no reconocer el derecho del padre a formar una nueva pareja de convivencia incluyendo a la hija en el nuevo hogar “ampliado”.
Y yo concuerdo con esa mayoría.
Porque vi y veo el asunto de la siguiente manera:
Si cuando después de mi divorcio, mis hijos (que convivían conmigo) hubieran sido amables y afectuosos con mi nueva pareja y mi nueva pareja me hubiera planteado que tenía que elegir entre ella y mis hijos, porque ella no quería convivir con mis hijos, oooobviamente le hubiera dicho a esa pareja bye bye, porque nadie tiene derecho a hacerme elegir entre mi pareja y mis hijos.
Pero si hubiera sido al revés, si mis hijos se hubieran opuesto a mi convivencia con mi nueva futura esposa por celos, o manijeados por mi ex mujer, o “porque si” inventando razones que no resisten el análisis, y hubieran sido mis hijos quienes me hubieran querido chantajear de “o cedes en tu intento de convivir con tu pareja y solo la puedes ver fuera de la casa o nos vamos a vivir con nuestra madre”, y luego de intentar razonar, una, dos, diez veces, no hubieran entrado en razón, les hubiera dicho bye bye a mis hijos, que se vayan a vivir con la madre, no por no amarlos, sino porque la función de padre es preparar a los hijos para la vida y se enseña con el ejemplo, y un padre o madre que se deje chantajear por sus hijos fracasa en su función de preparar para la vida porque luego, ni los amigos ni las parejas ni nadie, en su sano juicio, se dejará chantajear (ni me sentiría responsable si largara hijos al mundo que creyeran que el chantaje emocional es un arma válida de relación humana).
Como padre mi función es prepararlos para vivir la vida de manera constructiva.
Posdata: es responsabilidad del padre traer a convivir a casa a una mujer con valores y demás características que pueda ser una madrastra adecuada, dado que un buen padre cuando elige un curso de acción, siempre piensa en las consecuencias que eso trae a sus hijos (o al revés es responsabilidad de la madre elegir un padrastro adecuado para sus hijos).
Pero habiendo cumplido con mi responsabilidad de elegir bien, por exactamente la misma razón que una pareja mía no puede decirme que si quiero estar con ella entonces tengo que no convivir con mis hijos, los hijos no pueden decirle a un padre (o madre) que no puede convivir con su nueva pareja.
He conocido a mas de un padre o madre con los cables cruzados en este tema, que confunden amar a sus hijos con dejarse manejar la vida por ellos (en este u otros temas) lo cual, cuando sucede, implica una pésima labor de padre o madre y una pésima preparación para la vida para los hijos.
Los hijos egoístas
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