La definición de locura es “vivir fuera de la realidad”.
Los casos más graves se internan, pero el mundo alrededor tuyo está lleno de gente con grados de locuras no tan graves como para internar pero lo suficientemente tóxicas como para dañar tu felicidad, si entras en relaciones personales afectivas o comerciales con ellos.
Los ejemplos más comunes de estas locuras (no los únicos) son:
1) la gente que cree tener derechos que no tiene (ejemplo la mujer que cree tener derecho a que su pareja se comporte como si fuera su padre y ella la hija consentida… o la contraparte, el hombre que cree que la vida le debe una madre buena y exige a su mujer que le haga de madre y el adopta el rol de hijo a quien se debe cuidar y permitirle cosas que jamás un hombre “normal” en una pareja creería que es su derecho tener o hacer).
2) las personas que editan su pasado, le quitan y le agregan y distorsionan lo vivido al punto que la historia que te cuentan sobre sus relaciones pasadas (o presentes) solo existen en su imaginación, en el sentido de que si confundís un ratoncito con un dinosaurio no es que no haya un animal pero el animal que estás creyendo ver solo es parte de tu locura
3) las personas que cuando les haces algo de grado 15 “sienten” (!!??!) que les hiciste algo de grado 90 (en una escala del 1 al 100) … con la consecuencia de que luego creen tener el derecho a hacerte algo a vos de grado 90 en “represalia por lo que les hiciste” (!!!?!!)
Con estas personas uno no puede ser feliz, por más virtudes que tengan, porque la locura (inventarse la realidad, en cualquiera de sus variantes), es un defecto descalificatorio que intoxica cualquier tipo de relación.
Posdata: este tipo de autoengaño tampoco les permite a esas mismas personas ser felices, porque la vida funciona de tal forma que tarde o temprano uno se estrella contra la realidad, uno puede no hacerse cargo de lo que hace en la vida pero no puede evitar tener que enfrentar las consecuencias de lo que hace.