A veces nos confundimos y cuando estamos infelices pensamos que la culpa de nuestra infelicidad es de tal empleo que tenemos, o de tal ciudad en que vivimos o de tal pareja que tenemos.
Pero cuando si cambiamos de trabajo, o de ciudad o de pareja, descubrimos que estamos peor que antes, ahí descubrimos que no estábamos mal “por causa de” ese empleo, ciudad o pareja sino “a pesar de” ese empleo, ciudad o pareja, porque habiéndolo cambiado, estamos PEOR que antes.
O sea que ese empleo, ciudad o pareja en realidad contribuía a aumentar nuestra felicidad, en lugar de ser, como creíamos, la, o una de las causas de nuestra infelicidad.
Lo que nos obliga a aceptar que la causa de nuestra infelicidad pasaba por otro lado (ese mismo “otro lado” que no queríamos ver y por lo cual nos inventamos la supuesta causa, que no era, de nuestra infelicidad)
En esos casos se nos cae la estantería, se nos terminan las excusas y las auto mentiras y sobreviene lo que en psicología se llama “la noche oscura del alma” que es el equivalente a “llegar al fondo del pozo” que es el momento ideal para dar un salto a nuestro verdadero crecimiento personal.
La noche oscura del alma
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