La justicia es dulce

Cuando alguien te ha hecho daño en la vida, verlo/a pagar en sufrimiento por lo que te hizo se siente bien.
A mi no me resuena para nada el concepto de poner la otra mejilla, me parece masoquista y patológico en lugar de elevado, cuando se aplica al ser humano encarnado terrenal, quizás algún santo de esos que se dicen que existen pero nunca conocí uno lo haga en su vida, claramente el ser humano en sociedad NO se organiza bajo el sistema de poner la otra mejilla y para eso tenemos policía, sistema judicial y cárceles.
Dice el dicho “la venganza es dulce”.
Es.
Pero me suena mejor decirme (y practicarlo) .. “la justicia es dulce”.
Cuando el daño que recibimos no es de esos que se puede denunciar y castigar con el sistema judicial de forma que nos parezca “justa”, ahi se nos abren dos opciones.
a) la justicia por mano propia
b) acudir a una idea del Nuevo Testamento (cristiano) en el que aparece una idea escrita que la he adoptado a mi vida con éxito: confiar en que Dios (o en mi sistema de pensamiento, el “poder superior espiritual que maneja el mundo” y/o “la propia conciencia moral de la persona que es juez y verdugo de si mismo/a”) se encargue de juzgar, condenar y generar la pena del castigo justa, por lo cual uno debe saber “soltar al universo” el juicio, condena y castigo en lugar de quedar “pegado al resentimiento” y frustrado por no poder tener YA el castigo y el sufrimiento suficiente del infractor que nos ha hecho daño.
No digo que nunca haya que hacer justicia por mano propia.
Pero en la mayoría de las ocasiones funciona mucho mejor delegar el juicio, condena y castigo a ese poder superior que, tal como lo he observado una y otra vez, funciona.
Eso si, yo lo “ayudo” al “poder superior” con una especie de rezo o mantra, que consiste en lo siguiente:
Me escribo en un papel y luego lo repito, varias veces, a veces durante varios días, lo siguiente:
“que el poder universal que maneja la vida y el devenir de los seres humanos le de a Fulano/a de Tal todo lo bueno que ha hecho por mi, multiplicado por 10, y que le genere todo lo malo que ha hecho contra mi, también multiplicado por 10. Y queda decretado. Amen, Amen, Amen.”

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