La fábrica de seres humanos no es la sociedad ni la escuela.
Es la familia.
La sociedad y la escuela solo ayudan en el proceso.
No hay familia perfecta pero hay grados y grados de disfuncionalidad.
Cuidaremos verdaderamente los derechos humanos cuando le proporcionemos a cada persona que nace no solo un determinado mínimo material garantizado por el Estado sino el derecho a nacer en familias con un mínimo garantizado de funcionalidad, lo cual requiere un cambio de paradigma, dejar de pensar en el tener hijos como un derecho inalienable de cualquier persona y empezar a pensar en tener hijos como un privilegio que se gana habiendo adquirido los méritos adecuados, que incluyen el crecimiento personal adecuado de ambos padres como para que la escuela mas importante que es la del ejemplo de vida de ambos padres pueda servir para que de adultos salgan a la vida con la capacidad de autorrealizar sus potenciales y de contribuir al bienestar propio y de los demás.
Porque cada disfuncionalidad que creas en uno de tus hijos es una carga para la sociedad porque ese hijo luego va a generar daños no solo a si mismo sino a su/s pareja/s y a sus propios hijos, a menos que invierta esfuerzo y trabajo en desaprender lo que vos le enseñaste mal y reaprender, como si fuera huérfano, por si mismo, lo que vos le debieras haber enseñado durante su crianza.
La fábrica de seres humanos
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