Lindo, como consumir cualquier droga, pero peligroso.
Lo llamo droga porque hay dos formas de “drogarse con sustancias”, una es ingerirlas o fumarlas o inyectárselas y otra es segregarla internamente, como cuando hacemos deporte (segregamos endorfinas) o nos enamoramos (segregamos dopamina).
Peligroso porque en el estado “drogado por dopamina” alucinamos (las virtudes de nuestra pareja nos parecen el triple de lo que valen y los defectos de nuestra pareja nos parecen solo “características”)
Peligroso porque por estar con esa persona podemos aceptar pactos a futuro que no vamos a poder cumplir, o peor, pensamos que la otra persona quiere eso ahora pero va a cambiar en el futuro “por nuestro amor”. Y no, no va a cambiar.
Hay personas “adictas a la droga del enamoramiento” y de lo bien que se siente los meses o años que la dopamina fluye en el cerebro y en lugar de seguir en la relación, cuando esta se vuelve rutinaria (que es la única etapa donde nace el verdadero amor de pareja, el sereno, comprometido, no basado en sustancias y alucinaciones) dejan la relación para entrar en otra relación nueva y apasionada con nueva dopamina circulando en el cerebro.
Ay que poco romántico que estas Roberto!
Al contrario, creo profundamente en el amor real, no en el enamoramiento. Y el romance real es el que se construye en el tiempo, no el basado en las mariposas en el estomago que nos genera una persona por la intuición inconsciente que surge en nuestra mente que con ESA persona podremos activar las asignaturas pendientes que traemos desde nuestra niñez (que eso es el enamoramiento).
Posdata: no hay ninguna necesidad de transitar el estado del enamoramiento para llegar al amor. Se puede empezar el transito del amor desde el primer día. Los adultos maduros hacemos eso. El enamoramiento es para los adolescentes y para los adultos que todavía son adolescentes afectivamente hablando y para los adultos adictos a la dopamina.