Respuesta: hasta que genuinamente entendes la gravedad de lo que hiciste (ni de mas ni de menos), pedis perdon y compensas en lo que podes.
Cada dia que pasa desde que hiciste el daño hasta que expiaste el daño, la cuenta del daño aumenta (intereses, mora, recargo, llamalo como quieras) porque cada dia que no asumís estas agravando el daño con el mensaje “y es lo menos que te merecías, por algo no te estoy pidiendo perdón ni sintiendo la gravedad de lo que hice”
¿Y que pasa si te rehusas a pagar?
Lo pagas igual, al ultimo centésimo espiritual del asunto, de una de varias formas posibles (o de todas juntas)
1) el que aquí las hace aquí las paga (y muy probablemente te hagan más tarde o más temprano lo que vos hiciste a otra persona)
2) te perdes la brújula de tu intuición y tu conciencia moral porque apagas la conexión que viene desde adentro y te trae la culpa que es justamente la que no queres sentir (por eso los “malos” de la Historia siempre terminan cavando su propia tumba con grandes equivocaciones, como le paso a Hitler con sus malas decisiones de invadir Rusia y de no creerle a sus altos mandos que le decían que el desembarco aliado iba a ser en Normandia)
3) generas un karma a pagar si o si, en esta o en futuras encarnaciones, en las mismas especies o en otras.
Ser malo no es negocio.
Pagas siempre, con multa recargo e intereses.
Por eso y dado que todos nos equivocamos y hacemos daño alguna vez, el tema es a) saber reconocerlo RÁPIDAMENTE (para generar cuantos menos intereses posibles) b) saber pedir perdón c) saber compensar el daño generado.