Con dolor.
De ahí la palabra duelo.
Tanto más profunda o duradera fue la relación, mayor el dolor.
Cuando lo inicias suele pasar que no ves la luz al final del túnel y te puede parecer que estás condenado/a a la soledad.
Pero no.
Hay luz al final del túnel.
Aparece una nueva persona que te devuelve la ilusión y el goce de la vida.
Obvio qué hay duelos y duelos porque hay relaciones y relaciones.
No es lo mismo haber perdido una buena relación (con defectos) y por culpa de uno/a, que haber perdido una mala relación (con cosas buenas) y por culpa del otro/a.
Tanto mejor la relación perdida más duele.
Tanto mayor nuestra proporción de responsabilidad más duele.
Tanto más práctica tenemos en separaciones, menos duele porque sabemos por experiencia qué hay luz al final del túnel.
Tanto más contención de amigos o familia tenemos menos duele.
El primer año es el más difícil porque tenemos que acostumbrarnos a cada evento que pasábamos en pareja, a pasarlo solo/a (cumpleaños, fiestas, Navidad, Fin de año, etc).
Tanto más hicimos el duelo dentro de la relación, consciente o inconscientemente, menos duele cuando al final nos separamos (doler igual duele, no se inventó el duelo sin dolor).
Un antídoto a la añoranza es leer, a menudo, una lista que nos preparemos a nosotros mismos de las cosas negativas que tenía nuestra ex pareja (uno extraña lo bueno, y toda relación algo de bueno tuvo, pero el problema era lo malo, y por más que uno quizás se acostumbró a lo malo, porque el ser humano se acostumbra a todo, si lo malo era más que lo bueno, tenemos el derecho a vivir sin eso malo en nuestra vida).
El tiempo cura las heridas emocionales aunque cuando estamos iniciando o en la mitad de un duelo no creamos que esto pueda suceder.