Innumerables relaciones de pareja que podrían haber sido felices y armoniosas se estropean porque uno de los dos, o ambos, han sacado “falsas conclusiones” en su vida (conscientemente o no) sobre cuales son sus “derechos” dentro de una relación de pareja.
Cuando uno actúa mal creyendo tener derecho a actuar así, luego toma a mal cuando su pareja reacciona como es lógico, enojado/a, porque no capta que la acción del otro es una reacción a nuestro actuar mal y por lo tanto ahora no solo que hemos actuado mal creyendo tener un derecho sin tenerlo, sino que ahora somos nosotros los enojados, sin motivos válidos, con la otra persona, porque en lugar de tomar su reacción como una señal de “ups, algo hice mal, tomo nota de que hice mal, pido perdón y el problema se soluciona asi”, me enojo con mi pareja por la reacción que tuvo la cual considero una “acción agresiva en mi contra sin justificación”.
Te voy a poner un ejemplo de la vida real:
Una mujer de niña se crió en una familia donde el padre siempre se quejaba de que su mujer lo engañaba, y con una madre que siempre daba mensajes a sus hijos que se podían interpretar como “con tu padre yo no tengo sexo”.
Y ese matrimonio siguió así, con esa mecánica, durante mas de 50 años, hasta la muerte del padre.
Su padre era el personaje favorito de esta niña y siguió siéndolo más allá de la niñez y de la adolescencia, al cual consideraba victima de su esposa, que supuestamente le era infiel (nunca se pudo comprobar, pero ella lo dio por sentado que si su padre siempre la acusaba de infiel, por algo sería) y con un padre que ademas de cornudo consciente también aceptaba no tener sexo de forma satisfactoria con su mujer.
En lugar de decirse “que imbécil mi padre porque no mando a cagar a mi madre y se consiguió una mujer adecuada”, hizo lo que tantas veces hacemos los seres humanos que es tratar de “justificar” a nuestros padres.
Así que muchos años después, cuando se casó, trató de instaurar en su matrimonio el mismo “modelo” que supuestamente su padre había aceptado.
Daba por “sentado” que si era infiel, su marido podía “protestar” pero no enojarse y mucho menos divorciarse.
Daba por “sentado” que si le negaba el sexo a su marido, este podría “protestar” pero no enojarse y mucho menos divorciarse.
Obviamente el marido NO tomaba como normal NI la infidelidad NI la quita del sexo en su matrimonio (de novios habían tenido una sexualidad diez puntos, el “trauma” de la compulsión a la repetición de su mujer tuvo su “start game” luego de casarse).
Por lo cual su enojo hacia su mujer empezó a aumentar con el paso de los meses y los años.
Pero la mujer tomaba a mal su enojo “si mi padre lo aguantaba porque vos no?” era su actitud inconsciente (obviamente que no podía decirse a si misma “te estoy tratando de obligar a vivir una situacion igual que la que vivió mi padre para no tener que decirme a mi misma mi padre fue un imbécil dado que mi padre fue mi personaje favorito en toda mi niñez y adolescencia”
Obviamente el matrimonio terminó en divorcio, ella jamas aceptando que quien destruyó el matrimonio fue ella tratando de exigir un derecho que nunca tuvo (el de infidelidad y el de no sexo con su marido).
Ejemplos de este caso, sea con este o cualquier otro “derecho” que uno cree tener que no tiene, hay cantidad. Y no solo en las relaciones de pareja sino en otros ámbitos como por ejemplo la gente que tiene seis hijos cuando no puede mantener bien ni a uno y cree tener el derecho a que otros tengan que usar parte de su vida trabajando y ganando el dinero que se paga en impuestos para mantener a los hijos que ellos trajeron de forma irresponsable y no saben mantener.
O de los políticos que llegan al gobierno y creen que se ganaron el derecho a hacer negociados y cobrar coimas.
Etc etc etc.
Para tener una relación de pareja feliz, ambos integrantes de la pareja deberían “pasarse en limpio” con terapia primero (para entre otras cosas sacarse con peine fino de la cabeza los derechos que creen tener y no tienen) y luego comprometerse en un relación de matrimonio, en ese orden.
Porque si no, aprenden cuales NO eran sus derechos por las malas cuando se estrellan con la realidad.