Si tenemos un subpersonaje interno que no cree que merezcamos el éxito y la felicidad, este sabotea a la capacidad racional e intuitiva, las frena, nos evita utilizarlas para nuestro bien.
Al contrario, mueve los hilos desde nuestro interior como para impulsarnos a hacer lo incorrecto, en el lugar equivocado en el momento equivocado como para sabotear lo que ya tenemos.
Hay dos fuentes de la falta de permiso para ser feliz y tener éxito.
1) que nuestros padres no nos hayan cuidado adecuadamente y hayamos sacado la conclusión típica que sacan los niños en esa situacion, que no es que a nuestros padres les “falle” el embriague y sean poco capaces de un amor suficiente en calidad y cantidad, sino que no somos “adecuados” merecedores de esos cuidados
El antídoto para eso es llamar al pan pan y al vino vino y hacer responsables a nuestro padre y madre por sus carencias sin miedo a que se enojen y nos saquen aun mas su cariño y protección (para lo cual uno le dice al niño interno que ya no necesita de la aprobación de los padres para sobrevivir porque nosotros mismos, el adulto que somos, ahora podemos cuidar de nuestro niño interno y nuestra sobrevivencia ya no está en juego como lo sentíamos de niños en que nuestra propia vida dependía de si nuestros padres nos alimentaban etc)
2) el haber actuado mal en la vida, y ahi el juez es la conciencia moral, esa que no depende de la educación que recibimos sino que es un “chip innato” operativo en todos salvo en los psicópatas, que es quien juzga y condena nuestras malas acciones; y justamente la condena es el autosaboteo de nuestro éxito y felicidad, y muy especialmente en el rubro que sea en el cual hemos actuado mal.
El antídoto ahi es reconocer lo que hicimos dañino hacia otras personas sea por acción (lo que hicimos mal que no deberíamos haber hecho) o por omisión (lo que debiéramos haber hecho y que no hicimos), pedir perdón de corazón y reparar en lo posible el daño hecho (o compensarlo adecuadamente).
No hay atajos.