Una lectora me comentaba, motivada por un posteo sobre la envidia que hice ayer, sobre una situacion que había vivido con sus “amigas” (lo pongo entre comillas porque ella misma al relatarme el hecho lo escribió entre comillas como diciéndome “me doy cuenta que en realidad no son amigas, como creía”)
Por 16 años, me contaba, había tenido amistad con este grupo de amigas, eran 5 en total, y mientras tuvo un matrimonio malo todo fluyó bien con sus “amigas”.
También fluyó cuando se divorció, y estuvo sola.
Pero en cuanto consiguió un novio con quien era feliz, quizás por primera vez en su vida, siendo el ademas un buen candidato, esas mismas “amigas” de años empezaron a hacerle comentarios destructivos, mostrando una actitud que solo puede explicarse a partir de la envidia.
Me preguntaba esta lectora, decepcionada, porque pasaba eso, si durante tantos años realmente creía que habían sido buenas amigas.
Le expliqué que en realidad vos te das cuenta de si un amigo es amigo solo en dos ocasiones claves:
1) cuando te va especialmente mal, y ves quien esta ahí a tu lado o no
2) cuando te va especialmente bien, porque los verdaderos amigos se alegran por vos y tu éxito y tu felicidad, y los malos amigos muestran su envidia fruto de comparar las carencias de sus vidas con lo nuevo bueno que tenes vos.
Y le expliqué que debía saber apreciar lo positivo en esto que había pasado, a pesar de su decepción, porque de la misma manera que si tenes un marido que te engaña mejor saberlo antes que después, si tenes amigos que no son tales mejor saberlo antes que después.