Solo es posible entregar lo que se posee

Es obvio, yo no te puedo regalar algo que no es de mi propiedad, se lo estaría robando al que es el verdadero dueño de “eso”.
Este concepto se aplica también a la “entrega de uno mismo a otra persona” por ejemplo, en un vinculo de amor de pareja.
Cuando no he madurado lo suficiente para desarrollar mi YO, ese director de orquesta que tiene valores y los aplica a rajatabla para gobernar con empatia, aceptación pero mano firme a los subpersonajes de su mente, no soy el dueño de mi mismo, y por lo tanto mal puedo “entregarme a ti”.
Hace varias generaciones que venimos rompiendo el rol de madre (parte del rol de ser mujer femenina, cosa que Hollywood y los medios de comunicación masivos se han ocupado de poner como un “atraso” en lugar de como “imprescindible para crear individuos sanos”) y hace varias generaciones que venimos rompiendo la institución “familia” (porque el amor no genera impuestos pero las familias rotas implican fabricara, para vender o alquilar, el doble de casas o apartamentos, y el doble de televisores, heladeras, microoondas, muebles etc ya que de una familia rota se generan dos hogares, doble consumo y doble ganancia para los grandes dueños de los medios de producción y finanzas) y de familias rotas salen muchos individuos que no han logrado madurar afectivamente y por lo tanto nunca llegan a desarrollar su YO.
De ahí es que sale el individualismo a ultranza que pulula hoy y que hace tan difícil formar relaciones de pareja con entrega mutua.
Quedan cada vez menos personas que realmente se poseen a si mismos (cosa que solo llega con la madurez) y que confíen en que la otra persona al lado sea igualmente madura como para generar una relación de genuina entrega mutua.

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