No nacemos sabiendo nuestros valores.
Empezamos la vida absorbiendo los valores de nuestros padres.
Algunos, con crecimiento personal, logran cambiar los valores negativos que hemos visto en alguno de nuestros padres. La mayoría solo repite lo que mamó en su hogar.
En algunas familias uno de los “valores” o “criterios directrices” de la vida que se aplica es “matar al mensajero”.
Si lo que dice la otra persona lo lastima o hiere a uno, el valor “matar al mensajero” lo lleva a uno no a enfrentar lo que dice, aún cuando sea verdad, sino a quedarse con el “me lastima lo que decís” y ahi uno aleja de su vida al portador del mensaje, como si con eso se esfumara el mensaje, solo porque uno no lo ve mas.
El. crecimiento personal, por otra parte, es el valor opuesto.
No me fijo si el mensaje me lastima o no.
Me fijo en si es cierto o no.
Si no es cierto te explico (o me explico a mi mismo) con argumentos, racionales o intuitivos, por que no lo es.
Y si es cierto en lugar de matar al mensajero, la persona con crecimiento personal AGRADECE al mensajero el poder enfrentar con mayor claridad algo de las “verdades desagradables” que toda persona debe enfrentar en su camino de crecimiento, cuando busca mejorarse en su propia vida.