Y lo repites ya sea como actor o como victima.
Nos cuesta condenar a nuestros padres cuando somos niños, y en muchos, el niño que fuimos sigue tan fuerte dentro nuestro que está manejando nuestra vida, sin que nos demos cuenta.
Si tu padre o tu madre o ambos hicieron algo mal (y todos los padres hacen algo mal, algunos mas, otros menos, otros muchiiiiiismo mal) y no lo condenas con todas las letras, necesitas armarte algún tipo de razonamiento, consciente o no, para justificar lo que hicieron.
Lo que pasa es que ….. (y ahi viene la “justificación”)
Se generan allí dos problemas
1) Primero que dentro tuyo hay una parte que SABE la verdad y SABE lo mal que hicieron y SABE que necesitan ser condenados. Y por lo tanto no puedes jamas perdonar lo que hicieron. Porque para perdonar algo primero tenes que condenarlo y declararlo culpable, si no, ¿de que vas a perdonarlo/a? El perdón hecho sin la condena previa con todas las letras y toda la gravedad del caso es solo una forma encubierta de justificación.
2) Segundo que la mente necesita coherencia, si no, se siente enloquecer.
Y una vez que has justificado determinado comportamiento, lo coherente es que vuelvas a vivir esa experiencia (porque no, si no es malo?)
Lo puedes vivir ya sea en el rol de la victima o del victimario pero lo VAS a vivir.
Ejemplo: si tu padre fue infiel, y no lo condenas con todas las letras, o vas a tender a ser infiel tu, o vas a elegir a alguien que te sea infiel a ti (total, no tiene nada de malo, no? ya vas a encontrar alguna “excusa” para la nueva infidelidad si pudiste encontrar una excusa para tu padre)
Lo que no condenas, es porque lo justificas, y lo que justificas, para ser coherente, repites
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