Decía Ortega y Gasset: “nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión”.
Dicho esto, si tu convicciones están basadas no en una fe religiosa (si crees algo “porque si” eso es tan irracional que nada te lo va a cambiar) sino en un tu propia reflexión sobre un tema, no cambies tus convicciones HASTA QUE aparezcan argumentos que sean lo suficiente poderosos como para darte cuenta que es hora de cambiarlas.
1) Que otra persona esté convencida de que tus convicciones son equivocadas o incompletas NO es argumento poderoso, sin importar QUIEN sea esa persona.
2) Que mil personas estén convencidas de tus convicciones son erroneas NO es argumento poderoso aun si son mayoría (recordate que Hitler fue elegido al poder por voto popular de los alemanes, la mayoría puede sostener ideas muuuuuy equivocadas y dañinas)
La persona pensante siempre tiene convicciones y siempre tiene la disposición a cambiarlas cuando le presentan ideas o datos que resuenan en su interior y que van en contra de sus convicciones anteriores.
Como siempre la brujula de la vierdad es
a) los datos de la realidad
b) la lógica
c) tu intuición y
d) tu consciencia moral.
En resumen, mi opinion es que lo que es malo es tener convicciones “indubitables”, (para usar el termino de Ortega y Gasset) o sea que no admiten la duda y la reflexion a la luz de otros argumentos. Eso NO quiere decir que no sostengas tus convicciones con total firmeza si al reflexionar sobre los argumentos contrarios seguis pensando que los tuyos son mejores.
¿Cuando es momento de cambiar (o no) tus convicciones?
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