En mi cosmovisión, los seres humanos somos a Dios (como sea que lo entiendas) como las células individuales de tu cuerpo son a vos.
¿Cuidas tu a tus células? ¿Tenes “amor” por ellas?
Sin duda que si. Estas hecho de ellas. A traves de ellas vives. Y sin embargo, si te lastimas, lavas la herida y en el raspaje del lavado seguramente arrancas a más de una célula “sana”.
O si tenes un tumor estas de acuerdo con el cirujano en extirpar millones de células sanas en el tejido que rodea al tumor, solo para estar seguros que no hayan quedado células tumorales que puedan luego generarte metástasis.
Asi que me puedo imaginar este diálogo, si las células hablaran contigo:
“Hey! ¿Porqué a mi? ¿Por qué me mataste a mí que no he hecho nada malo?”- diría esa célula, quejándose de la injusticia divina al hablar de vos y lo que “les pasó”.
“Mirá célula” – le contestarías- “para empezar dejame decirte que te amo. ¿Cómo no te voy a amar si sos parte de mí?. Pero mi compromiso está con el conjunto del organismo, no con ninguna célula individual. Si puedo te cuido. Pero si para la mejor marcha del todo según mi plan evolutivo se requiere que alguna de mis células mueran, una o varios millones de ellas, no me tiembla la mano al hacerlo. ¿Entendes?”
Y desde el ego de la celula no te entiende, ni está de acuerdo.
Pero desde cierta “dimension espiritual”, la celula vislumbra de que se trata lo que acaba de escuchar.
La (in)justicia divina
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