Hay imprevistos en la vida que están fuera de nuestro alcance prever ni intervenir; genuinos accidentes, muerte de personas muy queridas, desastres naturales que nos afectan, cosas así.
Pero la mayoría de las cosas dolorosas que nos pasan en la vida y de las situaciones en que nos encontramos no son “casualidad” ni “mala suerte” sino que son el resultado de las elecciones y decisiones y acciones que hemos hecho o que dejamos de hacer en el pasado de nuestra vida y que nos llevaron a esa situación de vida que nos está tocando vivir.
Cuando nos toca vivir el resultado de la mala suerte o de la falta de capacidad de haber manejado mejor nuestras acciones pasadas (porque somos libres de hacer lo que queramos en la vida pero no podemos evitar las consecuencias de eso que hacemos) ahí tenemos dos opciones:
a) caer en el rol de victimas
b) tener la actitud de contar nuestras bienaventuranzas (porque es fácil darse cuenta lo que a uno le falta pero requiere disciplina mental saber todo lo que aun tenemos de positivo en nuestra vida a pesar de “eso” problemático) y de aprender de lo que hicimos mal para no volver a repetirlo nunca mas (hay que ser creativos en nuestros errores, cometer nuevos, no repetir el mismo error dos veces o tres o mas)
¿Que es mas importante?
¿Tener la actitud de vida positiva en las situaciones difíciles o tener la inteligencia de vida para no autosabotearnos la propia vida?
Ambas por igual, una sin la otra no sirve para ser feliz y autorrealizado.
Con la actitud positiva no alcanza, es obviamente importante no autosabotearse actuando mal, porque si no vamos a estar siempre borrando con el codo lo que escribimos con la mano y después vamos a necesitar la actitud positiva para bancarnos el resultado de nuestras cagadas cometidas.
Pero como la vida tiene inevitables altibajos, la actitud positiva en el contratiempo y la pérdida, aun la causada por nuestros propios errores de comportamiento y de juicio, es imprescindible para poder vivir en paz interior y constructividad exterior.