Relaciones de pareja que tienen un inicio rápido e intenso.
Relaciones de pareja que oscilan entre la idealización de la pareja y la devaluación de la pareja (puede pasar de considerarlo un 98 a considerarlo un 5 en cuestion de horas, sin que realmente haya pasado nada grave, y luego volver a considerarlo un 98 y asi sucesivamente, blanco o negro)
Inestables en su estado anímico sin causas reales que motiven esos cambios.
Dificultades para disfrutar (falta de permiso para ser feliz).
Marcada tendencia a sabotearse, a tomar decisiones cuyas consecuencias van a ser problemas, conflictos o pérdidas.
Su sentimiento más constante es el vacío.
En momentos muy estresantes de su vida, pueden llegar a sufrir ideas paranoicas (sospechar peligros que no existen)
Conductas sexuales transgresoras o promiscuas.
Mentiras (se usa a la mentira como herramienta sin sentimiento de culpa)
Trastornos alimentarios (comen como un pajarito o tienen grandes atracones)
Cefaleas (intensos dolores continuos de cabeza)
A pesar de ser mas inteligentes y mas atractivos que el promedio de las personas, sus relaciones de pareja fracasan porque son dejados por sus parejas (su desconfianza, sus quejas, su necesidad constante de atención, de control, de dominio; su tendencia a manipular a los otros… todo ello hace que sus relaciones, aunque fáciles de establecer, sean frágiles e inestables; eternos insatisfechos, nada ni nadie les satisface ni les sirve para calmar su intensísimo malestar, su vacío existencial, su profunda creencia de que no merecen ser felices que se manifiesta en autosabotajes a la felicidad, en poner palos en la rueda de la marcha de su propia vida).
Cuando fugazmente perciben su realidad, las consecuencias de sus actos, caen en una espiral de arrepentimiento y culpa de la que huyen acusando a los demás. Los que les rodean, por su parte, no tardan en experimentar una enorme impotencia, un profundo cansancio, porque hagan lo que hagan, digan lo que digan, nada es suficiente para tranquilizarlos, para conseguir que se sientan un poco mejor.
Sus relaciones tienen marcados componentes sadomasoquistas: se someten a los fuertes pero intentan dominar y tratar con crueldad y sin empatia a los más pacíficos. Como afirman algunos de quienes los conocen, “¡cuanto más le doy, peor me trata!”
Carecen en mayor o menor medida de autocrítica y tienen muy disminuida la autoconciencia, hasta el punto de que, aunque pasen por enormes dificultades, no escuchan, no aceptan consejos, pautas o advertencias.
Cualquier cosa que no sea aceptar sus opiniones o deseos, lo vive como una agresión, como un trato innecesariamente duro. Esto es así porque, en el fondo, lo que realmente desea es que la relación consista sólo en ser escuchado y contenido. Una verdadera trampa para profesionales psicólogos poco experimentados. Y si el terapeuta no es de los que permiten “terapias” complacientes o superficiales, las confrontaciones se irán sucediendo y el vínculo paciente-terapeuta se deteriorará y romperá finalmente. Lo mismo si es un amigo/a que lo confronta con la realidad.
Para estas personas, la terapia acostumbra a ser un sustituto de unas relaciones interpersonales inexistentes o conflictivas y, por tanto, no acuden a la consulta en busca de verdadera consciencia y autoconocimiento, sino sólo para obtener del terapeuta lo mismo que buscan en los demás: intensidad, atención y presencia. Prueba de ello es que muchos abandonan las sesiones cuando consiguen una relación sentimental o un grupo de amistades donde puedan sentirse más cómodos.
Pero si no encuentran estos afectos, entonces pueden ser durante años pacientes altamente demandantes, ya que tienden a confundir el vínculo profesional paciente-terapeuta con las relaciones íntimas privadas.
Hacer terapia con ellos es pues muy difícil.
Los menos dañados entre ellos pueden buscar y aceptar ayuda terapéutica, atreverse a mirar poco a poco en su interior, sentir y expresar el indudable sufrimiento que soportan, logrando así, con el tiempo, tranquilizarse poco a poco y dejar de correr de un lado a otro como niños ciegos y asustados.
Aunque necesitarán para ello encontrar profesionales capaces de tolerar altos grados de conflicto y frustración en tan difícil tarea.
En la mayoría de los demás casos, desgraciadamente, creo que no tiene mucho sentido dar falsas esperanzas o empeñarse en “curar” a quienes, construyendo durante años terribles murallas contra una existencia desesperada, nunca ni siquiera asumieron el problema que tienen y siempre han estado culpando a los demas.
Sólo los sinceramente deseosos de crecer llegarán a ser más felices.
Los sintomas de arriba describen a un TLP (trastorno limite de la personalidad, o “borderline” en ingles)
Fuente de este artículo (editado)
¿Conoces a alguien con estos síntomas? (en la vida o en el espejo)
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