Imaginate esta escena.
Hay un niño chico que está aprendiendo a caminar y está a diez metros de su tío.
El niño chico da un pasito, luego otro pasito, luego otro y así lentamente se va acercando hasta que al fin llega adonde está su tío.
Y todo el mundo aplaude y se pone contento.
Ahora imaginate esta otra escena, empieza igual, ese mismo niño chico a diez metros de su tío.
Pero tiene una cuerda atada a su cintura y la cuerda está atada a un árbol que está 3 metros por detrás del niño.
La cuerda tiene 4 metros, o sea que cuando el niño avanza 1 metro la cuerda se tensa y ya sin importar que haga, ese niño no podrá avanzar hasta llegar al tío.
Ahi, la única forma de permitirle al niño avanzar, paso a paso, hasta llegar al tío, es cortar la cuerda o desanudarla del niño.
Uno nunca debe emprender un camino donde sabe que no va a llegar sin soltar la cuerda.
Primero uno debe ocuparse en:
1) ver la cuerda
2) poner el esfuerzo necesario por cortarla o desanudarla.
Y recién ahí empiezan a ser importantes los pasos que se den en la dirección correcta.
La cuerda
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