Algunas personas están inmersas en ciertos “guiones de vida” que básicamente están hechos para justificar las disfunciones de sus padres. Algo así como que el niño o niña interna dentro de los adultos prefiere cagarse la propia vida antes que asumir que sus padres fueron bobos o incapaces o malos.
Y si uno puede repetir la historia disfuncional entonces la niña o niño interno cree que puede hacerlos zafar con el argumento de “no es su culpa todos los hombres son asi” o “no es su culpa todas las mujeres son asi”, siendo “todos” una muestra de dos o tres o cuatro personas o sea, TOTALMENTE INSUFICIENTE para sacar estadísticas pero ¡que saben un niño de estadisticas!!! verdad?
Cuando se juntan dos personas con guiones complementarios, tipo Caperucita (que anda buscando lobos que la coman, y por eso pasea por un bosque lleno de lobos y por eso le dice al lobo donde la puede ubicar para comerla, en la casa de la abuela) y el Lobo (que anda por los bosques buscando Caperucitas para comer)
El saldo final del juego no es el Lobo comiendo a Caperucita, es el leñador matando al lobo y cortando le la panza para sacar a Caperucita vivita y coleante de la panza del Lobo (o sea el juego victima victimario y salvador típico de tantas situaciones de vida)
Pero puede pasar que en la mitad del juego el Lobo se canse de jugar y se vaya de la relación, o la Caperucita se canse de jugar y se vaya de la relación.
Y ahí viene el GRAN ENOJO, porque la otra persona “abandonada en la mitad del juego” se siente con el derecho a terminar el juego tal como lo quería, con el saldo del juego que quería.
Maxime que a veces se invierten aaaaños en un juego asi.
Tenemos obligacion de continuar jugando a juegos disfuncionales?
Por supuesto que no. Cuanto antes termines PARA SIEMPRE (no solo para cambiar de Lobo o de Caperucita) mejor.
Pero no suele pasar de que ambos se aburran a la vez. Y ahí el Lobo se enoja porque no llegaron a la parte en que se come a Caperucita.