La metáfora que uso para mi mismo es el que hacer cuando uno se cae del caballo en el que anda.
Y ahi lo que conviene hacer es:
1) Aprender lo que hiciste mal
2) Lo mas rápidamente posible volver a montar un caballo (si no, le agarras miedo, dado el “accidente”)
Con las relaciones comprometidas de pareja es igual.
La tendencia natural cuando te falla una relación de larga data (no incluyo aquí la relación que dura unos meses) es asustarse de tener que volver a sufrir y retirarse a cuarteles de invierno.
El crecimiento personal pasa por NO seguir las “tendencias naturales” de nuestro cerebro animal que aplica el “el que se quema con leche ve la vaca y llora” sino poner nuestra voluntad y libre albedrío para oponernos a lo “natural” y hacer lo “adecuado”.
Los accidentes muchas veces no son tales, porque los accidentes (del tipo que sean) suceden, en general, cuando hicimos algo mal que promovió la probabilidad del accidente, de ahí que antes del paso 2 hay que hacer el paso 1 (el cual te puede llevar un mes, seis meses, dos años, cinco años o no lograrlo nunca, y tiene que ver con encontrar al o a los subpersonajes saboteantes de la felicidad de pareja que en lugar de haber buscado “ser feliz en pareja” estaban buscando vivir una “asignatura pendiente de la niñez”).
Y esta idea es la que aplico en mi vida de pareja.
Siempre que empiezo una relación de compromiso, la empiezo con la idea de que sea hasta que la muerte nos separe.
Y si me caigo del caballo de la relación, me pongo las pilas para aplicar 1, y logrado el objetivo de aprendizaje luego me mentalizo para contactar con el Matrix (de inconsciente a Matrix, somos todos coprogramadores de la realidad) para que se materialice el tipo de mujer que siento, en ese momento, que seria el complemento mutuo ideal de la sinergia en la que uno mas uno es mucho mas que dos.
Si no hiciste bien los deberes en la etapa 1, vas a volver a “caerte del caballo” (repitiendo la misma historia con otra persona y la próxima caída será por otro “accidente” auto provocado por subpersonajes no asumidos que terminan reclutando las personas y situaciones adecuadas, invitando telepaticamente a hacer su parte del “juego” y permitiendo que “nos hagan” lo que el guion del subpersonaje con “asignatura pendiente” requiere).