La no resolución de los problemas en los vínculos con nuestros padres trae aparejado problemas en nuestras relaciones de pareja y/o en nuestras relaciones con nuestros hijos.
Y la solución es diferente en cada caso.
Lo que no te mata te fortifica y hasta los daños recibidos en nuestra niñez y adolescencia a manos de nuestros padres nos dan oportunidad de crecer.
Pero de la misma manera que no debemos ir a las cárceles a honrar a los criminales que nos dañaron por mas que “lo que no te mata te fortalece” y que “todo sirve para utilizarlo para crecer”, honrar a padres con defectos descalificatorios que no se han arrepentido genuinamente y pedido perdón de corazón e intentado compensar el daño es un error garrafal similar a honrar al que te ha violado o robado lo que te pertenecía.
No hay padres perfectos.
Pero una cosa es haber tenido defectos, como todos tenemos, y otra haber pasado el umbral de mero defecto para entrar en la categoría de “defecto descalificatorio” como padre o madre.
Sean los defectos de nuestros padres chicos, medianos, grandes o inaceptables, la ley fundamental a aplicar aquí es la siguiente:
“Lo que no juzgas y condenas, indirectamente estas justificando. Y lo que justificas seguirás atrayendo para tu vida, como actor o como víctima o como cómplice”.
EN EL CASO DE LOS PADRES MUY DAÑINOS, por acción (por lo que hicieron) o por omisión (por lo que no hicieron que debieron haber hecho), no se requiere perdonar a los padres para sanar la propia vida pero lo que SI SE REQUIERE es SOLTARLOS.
SOLTAR la necesidad de que nuestros padres nos pidan perdón (parte de la toxicidad de algunos padres es no reconocer, pedir perdón y compensar los daños que hicieron).
SOLTAR la necesidad de castigarlos, o demostrarles algo, o entenderles la cabeza.
SOLTAR la necesidad de reclutar gente como ellos cuando ya somos adultos,
SOLTAR la necesidad de frecuentarlos, permitiendo asi el nuevo daño cada día a nuestra autoestima y dignidad, de estar compartiendo con alguien que generó graves daños y no lo admite, lo cual es una forma de decir indirectamente “no te hice nada grave” “no exageres victimizandote” o “te lo merecías, por eso no tengo porque pedirte perdón”.
SOLTAR la necesidad de, al menos por esta encarnación, tener el padre y la madre que necesitábamos tener, que hubiéramos querido tener y que teóricamente hablando es el derecho de todo niño o niña que nace tener.
SOLTAR la tendencia a transferir rencores y asignaturas pendientes referidas a nuestros padres en personas ajenas, exigiendo de personas ajenas lo que nuestros padres no nos dieron en suficiente cantidad.
¿Que hacer con nuestros padres imperfectos?
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