Si tan solo pudiésemos acompañar el progreso tecnológico que estamos disfrutando con el progreso moral de la población, podríamos tener el paraíso en la Tierra.
Yo me fui del Uruguay a Inglaterra a estudiar hace 42 años (cuando tuvo lugar el golpe de estado y cerraron las universidades en mi país).
Estudie y me recibí de ingeniero en la Universidad de Warwick, cerca de Coventry, un campus universitario hiper moderno.
Estamos hablando de 1973 – 1977.
Recuerdo que para hablar por teléfono con mi familia y mi novia (futura madre de mis hijos) tenia que ir a un lugar especial del campus universitario y pedir la llamada, y esperar 2 a 3 horas hasta que se pudiera hacer la conexión internacional.
Mi familia sabia que habría de llamar ese día a esa hora, digamos una vez cada dos semanas, y esperar ahí, cerca del teléfono, para ver cuando caería la llamada.
Hoy hablamos con cualquier persona en cualquier lugar del mundo y hasta lo vemos por Skype al toque de un botón.
Todo en 42 años.
Y así hemos progresado en muchos rubros, no solo las comunicaciones, también la medicina y el acceso a la información, que se ha democratizado a través de internet (hoy todo el mundo puede aprender lo que quiera gratis, la ignorancia es opcional)
Si tan solo.
Solo que no.
Moralmente vamos en declive.
Por cada persona que se despierta y empieza (o sigue y aumenta) su crecimiento personal, hay diez nuevos dormidos que caen bajo la hipnosis de una sociedad decadente.
Por un lado es una pena.
Por otro lado es una responsabilidad mayor para la hermandad de los que estamos despiertos y sabemos la gravedad del partido que se juega y su influencia en el destino colectivo, partido en el que cada uno de nosotros, con su grano de arena, buscamos revertir la situación, aun sabiendo que las posibilidades de evitar un desastre son bajisimas.
Personalmente hace mucho tiempo hice carne el dicho de Martin Luther King que dijo “si supiera que mañana hubiera de morir, hoy igual plantaría mi manzano”