En un mito griego de hace dos mil y pico de años, el mito de la caja de Pandora, cuando desobedeciendo a los dioses se abre dicha caja salen “los males del mundo” y el ultimo mal en salir es “la esperanza”.
Cuando por primera vez leí ese mito me sorprendió, porque uno tiene a catalogar la esperanza como algo bueno.
Y en efecto, tiene cosas buenas.
Por ejemplo, para muchos el planeamiento de un viaje es tan disfrutable como el viaje en si mismo. Y tener esperanza de que te ocurra algo bueno es algo similar, mientras manejas mentalmente esa esperanza de algo bueno que te pase estás de alguna manera mejor, o menos mal, en tu vida, de lo que estarías de no tener esa esperanza.
Por lo tanto, uno podría decir, la esperanza agrega placer (o quita displacer, que es lo mismo) a la experiencia de la vida humana.
En ese sentido la esperanza es “buena”.
¿Entonces?
¿Cómo es que la esperanza se cataloga como un “mal” para la humanidad?
Es que la esperanza muchas veces es lo que nos retiene de actuar en algo que debiéramos actuar YA.
Por ejemplo:
Si estas en una relación de pareja disfuncional, en que has hecho todo lo posible por hablar con tu pareja sobre los cambios que son necesarios y no se hacen, y has insistido y no se hacen y has vuelto a hablar y no se hacen y esperaste un tiempo y empezaste de nuevo a hablar y no se hacen, llega un momento en que la esperanza de que la cosa cambie solo es una excusa para no tomar la acción de separarse.
En los casos en que la esperanza funciona para evitar tomar acciones que son solo posibles a partir de la desesperanza, la esperanza es “mala”.
Nota; y lo mismo que se aplica al ejemplo de la relación de pareja que merece “tirar la toalla y perder la esperanza”, se aplica a una relación laboral, o de amistad, o a la política o a la decisión de emigrar o no cuando lo que se requiere es terminar algo y empezar otra etapa nueva de nuestra vida.