No soy religioso.
Soy antireligioso por motivos de creer que la fe ciega disminuye la capacidad de pensar de forma critica.
Pero siempre he disfrutado de leer los textos religiosos buscando en ellos las muchas joyas de sabiduría que encierran cuando uno sabe separar el trigo de la paja.
Una de las cosas que me llamaron la atención son las profecías sobre “los últimos tiempos” que no los veo como “el fin de la humanidad” sino como “el difícil periodo de transición” entre la civilización actual y la siguiente.
Y una de las cosas concretas que se describen es una sociedad sin efectivo, sin monedas, sin dinero, donde solo se puede vender y comprar cosas con determinada “marca” (tarjeta de crédito, sea puesta en un plástico o como aqui lo describen, como un chip debajo de la piel que funcionara como tarjeta de credito, el cual sera colocado o en la mano o en la frente)
Textual en el Apocalipsis 13:16 y 17 dice “Y a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, se les dará una marca en la mano derecha o en la frente, y ninguno podrá comprar o vender, sino el que tenga la marca, con el nombre de la bestia = el nombre del banco central, y el número de su nombre = el número de la tarjeta de crédito).
Y lo que estoy leyendo en internet en este momento son los planes de transformar la economía actual en el corto plazo, en una economía donde solo se pueda comprar y vender a través del sistema financiero sin el uso de dinero físico.
En Europa ya han empezado a bajar la cantidad de efectivo que se puede retirar de un banco y la cantidad de efectivo que se puede usar en las transacciones para ir acostumbrando a la población.
Si los expertos tienen razón y estamos en las vísperas del colapso del sistema financiero porque el aumento de la deuda mundial es insostenible y la burbuja mundial va a reventar, los billetes de TODAS las monedas van a ser inservibles y va a ser algo parecido a “juntar las cartas y barajar de nuevo” con un dinero “electrónico”.
Lo que me hace pensar es que estamos cerca de ese “difícil momento de transición” entre lo que conocemos ahora como la “forma de vivir” a la que estamos acostumbrados a la próxima forma de organizarnos como planeta.