Pensar cansa.
De ahi la necesidad de recreos entre clases para reponer “fuerzas mentales”.
Lo que quizás no sabias es que reprimir un pensamiento, evitar que llegue a la consciencia, también cansa (la explicación es que para reprimir algo de la conciencia hay que accionar “neuronas freno” que sirven para frenar la actividad de los circuitos neuronales que piensan, perciben o recuerdan; estas neuronas freno son llamadas neuronas gabergicas porque secretan el neurotransmisor llamado “gaba”).
O sea, para “frenar” el funcionamiento de los circuitos neuronales que están percibiendo algo que no queremos ver, o recordando algo que no queremos recordar, o pensando en una idea que no queremos que aparezca a la conciencia, tenemos que gastar energía.
El hecho de que ese esfuerzo de represión lo hagamos en inconsciencia, sin darnos cuenta que lo estamos haciendo, no cambia nada el gasto de energía realizado en la represión.
Por eso, cuando nos animamos a ver la verdad cara a cara y nos dejamos de mentirnos a nosotros mismos, uno siente una sensación de liberación y energía; esa es toda la energía que estábamos gastando en no ver, en no tomar nota, en hacernos los ciegos utilizando el “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.