Si no es tuyo, no lo tomes.
Si no es cierto, no lo digas.
Si no está bien, no lo hagas.
(y la primer aproximación para saber que algo no está bien que lo hagas es que no te gustaría que te lo hagan a ti)
Difícil que podamos cumplir estas 3 reglas básicas siempre, toda la vida, porque nadie es perfecto.
Pero quien toma la imposibilidad de perfección como patente de corso para infligir estas reglas, intenta disimular su falta de ética sea porque le falta el chip cerebral de la consciencia moral, o porque está preso de la compulsión a la repetición de las heridas de su niñez causadas por una crianza disfuncional.
Y eso último solo sucede cuando falta el genuino crecimiento personal, que no pasa por lo que uno sabe sino por lo que uno aplica en su vida.