El odio es amor retorcido hasta lo irreconocible. Quién se lo gana es una persona que de forma repetida torturó el amor que los unía, con daños o exigencias inaceptables.
Lei esta respuesta (en un fraseo parecido) en un post de Jodorovski sobre el tema del odio y me resonó.
Hay cosas que pasan injustificadamente por verdades por eso de que “una mentira repetida mil veces se transforma en verdad en la mente del que la escucha”. Una de estas mentiras repetidas mil veces es la referida al odio, al punto de hacer creer que dicha emoción no debería tener lugar en el repertorio de las emociones humanas.
Y no es así.
Es sano y normal, cuando hay motivos, sentir odio, y cuando este es el caso uno debe permitirse a uno mismo sentirlo plenamente hasta que corra su curso natural.
Hay personas que se ganaron el derecho a ser odiados.
Y reprimir sentimientos siempre es dañino.
Eso sí, “dejar correr su curso natural” no es lo mismo que “quedarte estancado para siempre en tu sentimiento de odio”. Y la mejor forma de salir del odio es cuando encontras algo o alguien muy bueno y valioso para tu vida, y te das cuenta que para llegar a eso que no cambiarías por nada del mundo de tu presente debías haber recorrido el camino que recorriste, daños incluidos, ahí el odio hacia el victimario (o hacia ti mismo) se transforma en agradecimiento hacia el Universo por haberte guiado al lugar donde estás (no quiere decir agradecimiento al victimario, si crees tener que sentir eso eso anda urgente a terapia y decile al terapeuta que venis a tratarte de “masoquismo pseudo espiritual”)
Posdata: uno siempre puede aprovechar la oportunidad para crecer, descubriendo cual subpersonaje herido dentro de uno, con cuál asignatura pendiente, RECLUTÓ para nuestra vida a esa persona que nos dañó.