Los niños intentan agradar a sus padres y hacen lo que sus padres esperan de ellos, porque sienten que sus propias vidas dependen de que sus padres los quieran y acepten (no saben que existen instituciones del Estado que le darán al menos casa y comida si los padres los abandonaran, creen que si los padres los abandonan se MORIRÁN de hambre y frío y los peligros del mundo).
Cuando un niño/a tuvo padres que los agredieron, por acción o por omisión, por lo que hicieron que no debieran haber hecho (porque lastimaba al hijo/a) o porque no hicieron algo que debieran haber hecho (y la ausencia de eso lastimó al hijo/a) saca la consecuencia de que “si mi padre/madre hace cosas que me causan infelicidad es porque no me quieren ver feliz”.
De adultos, estas personas boicotean, inconscientemente, las opciones que tengan de ser felices, porque sienten que si llegan a ser felices, mamá/papá se enojarán y el niño interior que vive dentro de cada adulto entra en pánico “si mi mamá/papá se enoja conmigo por ser feliz, cosa que claramente no desean que sea, me abandonan y si me abandonan me muero”.
Emocionalmente es un tema de vida o muerte y no es algo racional y consciente que se “razone” sino que es un pensamiento y emoción inconsciente.
Y como es mejor ser infeliz pero estar vivo/a que intentar ser feliz y morirse, el resultado de este manejo inconsciente de la situacion por el niño/a interno asustado frente al prospecto de ser feliz, es el boicoteo de las cosas que le pueden llevar a la felicidad.
Ooooobviamente la solución aquí pasa por sacar las manitas del niño/a interno del timonel del barco de la propia vida.
Lo cual se puede hacer en cinco segundos (si te cae la ficha) en cinco meses de terapia, o en cinco años de terapia, o que uno no sea capaz de hacerlo nunca.
El miedo a ser feliz
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