Es mejor estar solo que mal acompañado y es mejor estar bien acompañado que solo. Pero para estar bien acompañado tenemos que saber reclutar a la persona adecuada. Y para eso necesitamos tener el software mental adecuado, sino por no terminar mal acompañado nos auto-condenamos a la soledad. Porque con el software mental inadecuado nos pasamos reclutando a parejas inadecuadas y terminamos pensando que “todos son así de modo que no vale la pena intentarlo mas” cuando la realidad no es que todos son así, sino que los elegimos así, entre tantos otros que nos servirían para formar buenas relaciones de pareja pero que “magicamente” esos no nos atraen (porque no sirven para nuestros juegos psicológicos basados en general en tratar de confirmar que nuestros padres no hicieron tal o cual forma porque fueran malos o incapaces sino porque “todos son así”, y si logramos convencernos de que “todos son así”, nos salvamos de la necesidad, tan dolorosa, de juzgar a nuestros padres con toda la severidad que nuestros padres merecen). Eso de “y bueno, hicieron lo mejor que pudieron” también se aplica a Hitler. Es simplemente la excusa que usamos cuando no nos animamos a enfrentar a nuestros padres (por el miedo que todavía nos dura de nuestra niñez en que enfrentar a nuestros padres hubiera podido significar su abandono, o al menos eso temía el niño, y su abandono significaba la terrible soledad o aun, la muerte). Lo que no juzgas justificas, y lo que justificas repites.
Cómo elegimos nuestras companías
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