El matrimonio, la idea de un vínculo de pareja comprometido y hasta que la muerte nos separe, con fidelidad (sexual y en el resto de los compromisos asumidos) donde se pone a la pareja como primera prioridad mutua y donde la honestidad debe ser total, no es para todo el mundo.
Por motivos de fallas graves en las familias de origen que ocasionan actitudes y disposiciones inadecuadas para las relaciones de pareja o por un carácter innato inadecuado para las relaciones de pareja (o una combinación de ambas), hay personas que pueden ser mucho más felices en relaciones cortas y/o de menor compromiso y/o viviendo solos con amantes ocasionales que dentro del concepto “matrimonio”.
Ni el matrimonio ni el tener hijos es para todo el mundo.
La felicidad y la paz interna vienen de no pedirle peras al olmo y si uno es un limonero, dedicarse a los limones, y si uno es un manzano, dedicarse a las manzanas.