Tendemos a sentir simpatía por la persona que está atravesando situaciones similares a las que estamos pasando o hemos ya pasado nosotros mismos.
Es como un amor por nosotros mismos, nos amamos en eso que nos refleja.
Y por la misma razon que a uno le cuesta darse cuenta de los propios defectos, nos cuesta ver los defectos, los autoengaños, las mentiras, en las personas que nos despiertan ese tipo de simpatia.
Y por otra parte mostrarle a alguien que lo que está haciendo “está mal” puede hacerlo enojarse con nosotros o puede hacerlo sufrir.
Es mucho más fácil para uno sentirse “bueno” dandole solo apoyo moral a la persona que queremos bien, que ver y decirle la verdad.
El crecimiento personal no pasa, en general, por el camino más fácil sino que es el camino menos transitado de la verdad, cueste lo que cueste, toda la verdad y nada más que la verdad.
La gente que queremos necesita de nuestra mirada externa honesta y objetiva
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