Compulsión a la repetición

Cuando sufrimos una herida emocional grave en nuestra niñez, que puede ser un episodio muuuuy fuerte o muchos episodios de menor intensidad repetidos tipo “la gota que horada la piedra”, se genera un subpersonaje interno que sale a la vida con una asignatura pendiente tan fuerte que maneja la vida del individuo de tal manera que lo lleva como hipnotizado a repetir en su vida adulta la situación dolorosa original de su niñez.
En psicología a eso se le suele llamar “compulsión a la repetición”.
Cómo nos arreglamos para revivir esa historia?
Mediante 4 mecanismos:
1) utilizando la enooooorme intuición que todos tenemos que Jung llamaba “saber absoluto” RECLUTAMOS para nuestra vida a la persona que a su vez tenga SUS asignaturas pendientes complementarias a las nuestras (si uno tiene como asignatura pendiente vivir la experiencia de Caperucita Roja necesita reclutar a un “Lobo” y si en cambio se encuentra a los Siete Enanitos no los registra ni los recluta porque no sabría a que “jugar” con ellos.)
2) luego de reclutada la persona la invita telepáticamente a que haga su parte de la Historia (esa misma que después quizás le reprochemos con un “como fuiste capaz de hacerme eso”?)
3) genera la situación objetiva ideal para hacer cuanto más probable que termine pasando eso que es el “desenlace del juego” (ejemplo … la oportunidad hace al ladron, por lo que generamos en nuestra vida las oportunidades que favorezcan el desenlace final buscado en la compulsión a la repetición)
4) utiliza la capacidad que todos tenemos de distorsionar lo que percibimos y vivimos y así como no registra los datos que no le servía ver cuando ver era prematuro para el desenlace o saldo final de la asignatura pendiente que se está auto generando en la vida, utilizando, para lograr ese “no registró”, el mecanismo de “no hay peor ciego que el que no quiere ver” … cuando considera que es el momento adecuado para el desenlace del juego (un juego psicológico de estos puede llevar a veces 20 años de “inversión de vida en el juego”) multiplica en su distorsión perceptiva lo que “el otro le hace” por diez o por veinte para asegurarse que pueda vivir la experiencia buscada de compulsión a la repetición con una actitud de “y si no logro que me lo haga me invento que me lo hizo en toda la proporción que le faltó hacérmelo”

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