Es nada menos que uno de los 10 mandamientos.
La psicología demuestra que no siempre aplicar esta regla es bueno sino que al contrario, el crecimiento personal, para millones de personas, requiere darse cuenta cuán tóxicos y poco merecedores de respeto y honra son el padre o la madre que les tocó, para poder romper las cadenas de las malas enseñanzas y creencias y actitudes y hábitos que adquirieron copiando las partes disfuncionales de sus padres.
Así como es injusto tratar de forma desigual a dos personas con el mismo mérito, es injusto tratar de forma igual a dos personas con méritos diferentes. Esto se aplica también con el respeto y la honra. Hay gente que la merece y gente que no, que al contrario merece desprecio.
Y todos ellos tienen hijos.
El mandamiento debería haber sido escrito de otra manera: honrarás a tu padre y a tu madre a menos que no lo merezcan.
Después de milenios de aceptar ese mandamiento errado (por generalización a todos los casos) como si fuera verdadero y bueno, el inconsciente colectivo ha generado un tabú acerca de llamar al pan pan y al vino vino respecto de nuestros padres.
Requiere coraje poder superar ese tabú y crecer.