No hay reglas mas allá del amor y del sentido común.
Te doy mi caso personal.
Mis hijos, que vivieron conmigo desde chicos, tuvieron 2 madrastras, por periodos de 5 años y 13 años respectivamente (al final de esta ultima relación mis 3 hijos ya eran grandes e independientes, viviendo cada uno en SU propio hogar)
En estas dos relaciones, el periodo de “aceptación” duró 48 horas y ocurrió al inicio mismo de mis relaciones, porque yo, para calibrar la compatibilidad entre mi prospectiva pareja “en serio” y mis hijos (factor fundamental de elección de pareja, en ese contexto, con hijos chicos), lo primero que hacia era tomarme unas vacaciones (ambas relaciones las empecé en verano) alquilar una casa e irnos todos a convivir, a ver como funcionaba la “química”.
Y la química funcionó perfectamente, fueron excelentes madrastras.
A las 48 horas fluía la buena onda y me di cuenta que “iba a funcionar muy bien”.
Como contrapartida, te doy un caso en que la mujer, divorciada, con hijas, nos dijo a Leticia y a mi, en una fiesta en que yo veía que el novio ni se sentaba en la misma mesa de la fiesta que ella, … “hace cinco años tengo una pareja pero no me toca ni la mano delante de mis hijas” y no habían convivido “en familia” ni una sola noche en cinco años, o sea, el novio afuera y las hijas adentro, hasta disimulando la relación frente a las hijas.
No hay reglas.
Salvo una que siempre debe existir: JAMAS a mis hijos se les ocurrió que “no querían una madrastra” poniéndome palos en la rueda de mis relaciones de pareja.
¿Por que?
Porque me querían y me querían ver feliz.
Y tenían claro de que tenía derecho a rehacer mi vida afectiva de pareja.
Y porque sabían que jamas invitaría a convivir con nosotros a alguien que no fuera buena influencia para ellos.