Las computadoras más avanzadas ya saben pensar (analizar, evaluar, calcular alternativas, sopesar costos y ganancias, decidir cursos de acción, recordar, anticipar).
Es mas, las computadoras mas poderosas de la actualidad (imaginate lo que sera en 20 años o en 50 o en 100) YA le ganan a los mas genios en algunas actividades pensantes, ejemplo, le ganan al campeón del mundo de ajedrez en dicho juego o calculan como navegar el transbordador espacial mucho mejor que lo haría un piloto humano, al aterrizar.
Lo que diferencia al ser humano de una maquina biológica inteligente, no es pensar, es el libre albedrío.
Ninguna maquina tiene libre albedrío, solo pueden elegir según un programa instalado que según los algoritmos del programa y según las circunstancias, y según los objetivos también programados en el software, “eligen” uno u otro curso de acción.
Pero las computadoras no tienen libre albedrío.
Y el cerebro humano tampoco.
Lo cual se prueba con varios argumentos, entre ellos los siguientes:
1) Si vas a una librería especializada en neurociencia fijate en los libros que ahi se exhiben, anda al indice y busca por la “L” el tema del “libre albedrío”.
Te vas a llevar la sorpresa que no va a estar el tema.
¿Por que?
Porque los neurocientificos saben que el cerebro puede pensar y elegir opciones pero no “hace” eso que llamamos “libre albedrío”.
Hay zonas del cerebro especializadas, una para el lenguaje, otra para la visión, otra para los recuerdos etc etc. no hay ninguna zona del cerebro que “haga” las elecciones libres a las que llamamos libre albedrío.
El libre albedrío es un caso muy especifico de elección, que puede ir a contracorriente de dicha programación instalada en el software de la computadora (el cerebro es una computadora biológica).
2) El sistema legal, al igual que la neurociencia, no considera que el libre albedrío lo hace el cerebro. Si considera que un criminal que mató a alguien lo hizo porque “le falló el cerebro” no lo envía a la carcel sino al Hospital (psiquiátrico en este caso) para que le “reparen el órgano dañado”.
Cuando envió amos alguien a la carcel no enviamos preso al cerebro y al cuerpo sino a ese que no es no su cuerpo ni su cerebro que podía haber ELEGIDO no cometer el crimen pero lo hizo igual. Como no podemos separar a “ese” del cuerpo y cerebro que habita no tenemos más remedio que poner físicamente a su cuerpo y cerebro en la celda también.
3) El meditador que intenta acallar de todo pensamiento se da cuenta que por más que el quiera, muchas veces su cerebro sigue pensando, recordando, preocupándose por cuestiones de futuro, etc y cuando le insiste “cállate, quiero meditar” su cerebro sigue haciendo de las suyas y ahí ZAS! descubre “experiencialmente” que el no es su cerebro, que el es EL OBSERVADOR que puede observar a su cerebro tener pensamientos.
Lo cual lleva a la pregunta de QUIEN es ese que
a) tiene libre albedrío y luego usa al cerebro y al cuerpo para llevar a cabo sus intenciones y
b) puede observar a su cerebro tener pensamientos y sentimientos y emociones y recuerdos y preocupaciones.
Lo cual te lleva a la necesidad de explorar las preguntas básicas
¿Quien soy en realidad si no soy ni mi cuerpo ni mi cerebro pero ese que tiene libre albedrío y puede observar a su propio cerebro operar?
Y surgen otras preguntas
Ese “yo no maquina” o sea ese yo que elige con libre albedrío y no es mi cerebro sino que usa a mi cerebro para llevar a cabo sus elecciones de libre albedrío es un ser, no una cosa como son el cuerpo y el cerebro.
Desde la forma en que nos tratamos en las relaciones humanas (por ejemplo en las relaciones de pareja) hasta la relación doctor-paciente y psicólogo-paciente, todo cambia si consideramos al otro únicamente una máquina biológica inteligente, o sea una cosa, o si lo tratamos como un ser, un yo “no máquina” a bordo de una máquina con computadora (cerebro) incluida.
A las máquinas, sean inteligentes o no, se las “usa”, se las “repara”, se las “descarta”, se las “cambia por un modelo más nuevo”, pero no se las puede “amar” ni “respetar”.