Si a un niño que quiere conseguir algo de su padre o su madre le sale bien el quejarse o victimizarse (o sea consigue alguna ventaja por hacerlo) “aprende” a hacerlo una y otra vez.
Esa es la génesis del adulto quejoso que se queja y victimiza con sus “problemas”.
No es que ese adulto lo haga conscientemente como un plan, es ya un hábito inconsciente.
Intenta automáticamente como reflejo condicionado aprendido (mal enseñado) en su niñez, a zafar de alguna situación en que actuó mal, o a conseguir alguna ventaja de otro, a través del “mérito” (??!?!) de sus “problemas” en la vida.
1) Cuando tu hijo se victimiza no lo premies.
2) Cuando tu pareja se victimice explícale con tranquilidad que si eso le funcionó en su niñez contigo no funciona porque vos le perdes progresivamente el respeto a los “quejosos y víctimas profesionales”.
3) Si es tu empleado el que se victimiza paralo en seco y explícale que vos juzgas por resultados y no por las explicaciones de los “problemas” que tuvo que lo llevaron a tener malos resultados (sea en su asistencia o su productividad).
No solo estarás haciendo lo correcto y lo que es tu derecho sino que por más que les caiga mal tu posición, estarás ayudando a esas personas a crecer y transformarse en personas responsables en lugar de ocupar el patético rol de víctima quejosa de sus problemas.