Es una de las adicciones que mas destruye al que la padece, y en el fondo ese es el objetivo inconsciente de la adicción: autodestruirse (a menos de conseguir el “amor” y el “perdón” que están buscando desde hace mucho sin encontrarlo).
Me explico.
Muchas veces hacemos algo creyendo que el motivo por el cual lo hacemos es tal y tal pero en realidad el motivo real, inconsciente, por detras del motivo aparente, es otro.
El motivo “oficial” del ludopata es que quiere ganar dinero a través de la suerte (en lugar de a través del trabajo y el esfuerzo que es la vía tradicional de ganar dinero).
El motivo inconsciente real es otro.
Y es que cuando “gana” en las maquinitas o la ruleta o donde sea, el ludopata siente (inconscientemente, pero lo siente) que ahi “recibe la bendición de Dios” porque es Dios (o el poder superior que maneja el mundo, llamalo como quieras) quien maneja la “suerte” que la gente tiene o no, y se supone que a la suerte Dios (que es el equivalente celestial a “papá” y a “mamá”) la administra según “lo que uno merece o no”.
De modo que “ganar” en un juego de azar es el equivalente “recibir el certificado de papá/mamá/Dios, de que uno es merecedor del amor (o el perdón) que se está buscando”
Ayudar al ludopata a zafar de su adicción es ayudarlo a darse cuenta que, cuando está frente a la maquina de las maquinitas le esta pidiendo a la maquinita “dale, decime que fui perdonado y merezco tu amor, dale, decime que soy querible”.
Se requiere ayudar al ludopata a que le caiga la ficha de que si hizo algo malo, o ya expió lo suficiente o si cree que le falta expiar, que recuerde que “un mal mas un mal son dos males, no se compensan”, y que el mal que uno hizo se compensa haciendo el bien, no haciéndose mal a uno mismo que solo aumenta el dolor en el mundo, y que la falta de amor original que padece es la falta de amor de sus padres y que el amor que no recibió no fue culpa de el/ella sino de la incapacidad de sus padres para amarlo/la por lo cual quien debiera estar pidiendo perdón por la falta original del amor recibido son sus padres, no el/ella.