Formar una pareja exitosa requiere de varios ingredientes y uno de ellos es la confianza en la otra persona.
Todos sabemos que la tasa de infidelidad es alta, y que si tomamos cien parejas cualquiera de mas de 5 años de duracion, mas de la mitad de los hombres ha sido infiel alguna vez y la tercera parte de las mujeres ha sido infiel alguna vez.
Estas son cifras enormes y sin embargo, y dado que el ser humano tiene la capacidad de autoengaño (“no hay peor ciego que el que no quiere ver” y “no hay peor sordo que el que no quiere oír” dicen los dichos y son ciertos), al inicio de una pareja siempre postulamos, utilizando nuestra capacidad de autoengaño, que a quien le va a tocar ese porcentaje es a algun otro, no a nosotros.
Una pareja exitosa requiere ese autoengaño de ambas partes, porque de ese autoengaño surge el ingrediente de la confianza del uno en el otro.
El problema es que ese autoengaño necesario explota en mil pedazos cuando se descubre (o se sospecha, intuitivamente) que la pareja es infiel y ahí, desaparecido el halo mágico, cuando ya sabe que su pareja ES capaz de ser infiel y ES capaz de mentirle a la cara para ocultar su infidelidad, ya nunca mas puede realmente “confiar”.
Y ese es el puntapié inicial de o una vida de pareja de pésima calidad (plagada de desconfianza y reproches) o de una separación, o de ambas cosas primero la una y luego la otra.
Hay una sola forma de mantener la indispensable confianza:
1) ser honesto
2) ademas aparentarlo, siendo cristalino en el proceder (no tomando el “control” del otro/a como algo malo sino al contrario, como la forma mas obvia de demostrar que uno/a no tiene nada que esconder)